El teatro del oprimido como instrumento de diálogo entre jóvenes con diferentes convicciones

El 27 de enero comenzamos en Valladolid los talleres del proyecto “To Believe or not to believe” financiado a través de Erasmus+. Una experiencia en la que han participado 17 jóvenes y que les ha permitido confrontarse y dialogar sobre temas tan variados como las creencias religiosas y los prejuicios asociados a las mismas, la tolerancia, la libertad o la felicidad. La metodología innovadora, basada principalmente en técnicas del teatro del oprimido, ha permitido a los participantes reflexionar e interrogarse sobre su propio mundo interior, además de ponerse en el lugar de otras personas de una edad similar a la suya pero con valores muy diferentes.
 
Han sido un total de 8 sesiones en las que han participado jóvenes entre 15 y 30 años. Una metodología de este tipo precisa un espacio seguro y de confianza en el que los participantes se puedan sentir totalmente cómodos para expresarse e interactuar libremente. Por ese motivo las primeras sesiones iban dirigidas a conseguir la cohesión del grupo y un ambiente distendido. Esto nos permitió crear ese espacio y poder reconocer la diversidad, tanto cultural como interconviccional de los jóvenes participantes.

Durante todos los talleres hemos tenido muy presentes las 3 “reglas” básicas que acordamos durante la primera sesión y que han contribuido a la buena dinámica de las actividades: 1. No debe existir juicio, ni hacia nosotros mismos ni hacia los compañeros; 2. Es importante la privacidad, lo que sucede en los talleres se queda en los talleres; 3. Tenemos que intentar superar nuestros propios límites y salir de nuestra zona de confort, pero existe la libertad individual absoluta, si alguien no le apetece hacer o participar en alguna actividad no lo hace.

La “alfabetización teatral” ha sido importante a lo largo de todo el proceso. Los participantes
han podido experimentar el valor comunicativo de las imágenes, las posturas, los sonidos, las
expresiones faciales y las miradas.
Durante las diferentes sesiones del proyecto nos hemos
dicho muchas cosas, hemos transmitido muchas emociones y sentimientos y en muchas
ocasiones lo hemos hecho sin necesidad de usar la palabra.  Los juegos teatrales nos han ayudado a reflexionar y compartir experiencias personales sobre algunos elementos espirituales: ¿Cuál es nuestro talismán, ese valor que para nosotros es importante y queremos proteger? ¿Cuál es la bomba que puede estallar y poner en peligro nuestros principios, valores? ¿Cuál es nuestro escudo, eso o esas personas a los que nos agarramos para proteger nuestro talismán?, además, hemos compartido con nuestros compañeros objetos que para nosotros son importantes y poseen un valor especial por la historia que tienen detrás y nos hemos lanzado a usar la expresión corporal y algunos sonido para representar conceptos tan complejos, abstractos y llenos de connotaciones como pueden ser el bien y el mal. Asimismo, los juegos teatrales nos han permitido experimentar la presión social y reflexionar sobre prejuicios y estereotipos asociados a diferentes convicciones religiosas.

En una de las sesiones hemos visitado el espacio interreligioso de Red Íncola, lo que nos ha permitido ampliar nuestro conocimiento sobre las diferentes creencias religiosas y darnos cuenta de que existe una “regla de oro”, un principio moral presente en todas las culturas, filosofías y religiones: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.

El 24 de marzo terminamos el trimestre con la celebración del Ramadán y de la Semana Santa con una merienda en la ruptura del ayuno. Tal y como nos contaba Silva “Las fiestas son un elemento muy importante en las diferentes tradiciones religiosas y nos ayudan a entender mejor las creencias y los ritos”, por eso, qué mejor que celebrar juntos.

En las últimas sesiones hemos trabajado con el teatro foro, una de las técnicas del teatro del oprimido que consiste en la representación teatral de situaciones de conflicto que se presentan a un público al que se le da la posibilidad de proponer posibles soluciones. Esta técnica transforma al espectador en “espectactor” que prueba en escena sus propuestas. Para preparar las escenas pedimos a los participantes que pensasen en situaciones reales y actuales en las que ellos mismos o alguien cercano hubieran sufrido una discriminación u opresión por motivos religiosos. De esas historias se eligieron tres, con las que se trabajó y que fueron las que finalmente se representaron. Para preparar las historias es importante el
trabajo que se hace sobre la creación de personajes.

Consideramos que esta técnica es especialmente “potente” porque al fin y al cabo es un ensayo de la vida real y genera herramientas para explorar diferentes alternativas cuando existe un problema o conflicto.

El broche final del proyecto lo pusimos el 7 de mayo en el municipio vallisoletano de Wamba, elegimos este lugar por considerar que se trata de un enclave especial, su iglesia nos traslada a un tiempo en el que el cristianismo convivía con el islam y el judaísmo, y su osario nos recuerda que la muerte es igual para todos, independientemente de nuestra religión.

Allí el ayuntamiento nos dejó las antiguas escuelas para representar las escenas y poner en práctica el teatro foro con los participantes y las personas a las que habían invitado. Antes de empezar el foro hicimos una actividad de activación que pretendía ser un metáfora de lo que habíamos hecho y vivido durante las diferentes sesiones del proyecto y que nos planteaba una reflexión final.

“Pedimos a los participantes que escribiesen en un globo lo primero que les viniese a la mente relacionado con la palabra religión. Después empezamos una pequeña cuenta atrás y lanzamos esos globos al aire. Cada participante cogió uno, se acercó a otro compañero y en parejas caminaron hasta la zona donde se iban a sentar para ver las escenas, con mucho cuidado para que los globos, que estaban apoyados en una parte del cuerpo que se había elegido previamente, no se cayesen. Después les preguntamos cómo se habían sentido con la actividad, ¿caminar de esa forma con otra persona les había resultado fácil, difícil, habían tenido especial cuidado para que el globo no se cayera? Y a continuación la pregunta la trasladamos al ámbito conviccional planteándoles lo siguiente:¿Os sentís cómodos cuando os encontráis con personas que tienen valores y creencias totalmente diferentes a las vuestras? ¿Podéis caminar junto a ellas? ¿Qué cuidado ponéis para que no se pierda eso que os une y lo que os diferencia no os lastime?

Terminamos el día compartiendo, comida, juegos y un ratito muy agradable en el merendero
de la Ermita de Santas Martas, un lugar idílico muy cerca de San Cebrián de Mazote.

El balance en general es muy positivo. Hemos conseguido que la religión no sea un tabú y que jóvenes creyentes y no creyentes dialoguen reforzando lo que les une y reconociendo y aceptando lo que les diferencia. A partir de ahora seguiremos trabajando con las entidades socias del proyecto el método para crear una guia didáctica que se pueda utilizar en cualquier ámbito juvenil.

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