Memoria y vida con Red Íncola

Red Incola presentó la Memoria 2017. En la presentación se contó con la participación de Bouchra Smires , marroquí de 20 años, 16 en Valladolid, que contó su memoria de una vida con Red Incola. La han visto crecer en Red Incola y es la expresión de la memoria a largo plazo, esa que hoy recoge los frutos después de años y años de apoyo y seguimiento. Bouchra ha crecido con Red Incola y Red Incola con ella.

Ya no es esa niña que acudía con regularidad a las aulas de apoyo. Ahora es una mujer que creció y sigue creciendo con Red Incola. Félix Revilla, presidente del patronato de la Fundación, hablaba de una labor siempre en crecimiento y en expansión. Casi un 20% más de financiación, de programas y de personas atendidas. Siguen siendo las mismas congregaciones religiosas, ocho, y las mismas instituciones –OIKOS y Teléfono de la Esperanza- las que fundaron esta ONG hace más de once años para el apoyo de personas migrantes. Las mismas que destinan 105.720 euros en aportaciones no dinerarias para tejer la red de integración. Subvenciones, 141.885, donaciones privadas, arrendamientos, fondo de becas escolares…en total 263.613 euros para dedicacrlos a amortiguar la difícil tarea de llegar a una ciudad desconocida, integrarse en ella, vivir y crecer. Bouchra aún recuerda las zancadillas en el patio del colegio, el aislamiento de sus compañeros y cuando la llamaban piojosa. Hoy forma parte del equipo de balonmano del club juvenil que ha quedado primero en un torneo nacional: “Sentirnos incluidos en un equipo se agradece mucho porque hay una fuerza entre nosotros que nos hace mejores personas”.

Su juventud como la de otros 27 chavales interpeló al equipo de Red Incola que apostó por el programa de jóvenes como un servicio necesario para las segundas generaciones. Actividades de ocio y acompañamiento, el año pasado fueron 166 jóvenes, la ONG conecta con quienes sienten dividida su identidad. “Yo en Valladolid me siento como en casa”, reconoce. Lejos queda Marruecos para ella, no para sus padres. “Somos de diferentes nacionalidades. Nos llevamos bien. Participamos en actividades, juegos y meriendas”. Un espacio convertido en “mano tendida”. Ella lo dice claro: “Las actividades nos benefician mucho, nos ayudan a querer seguir adelante y avanzar”. El trabajo con 200 menores en Rondilla, Pajarillos, zona centro y próximamente en Delicias es el anticipo de lo que hoy relata Bouchra.

En la Memoria 2017 destaca la llegada de personas en situación irregular. Un movimiento migratorio movido por la violencia, las maras, la inseguridad y la extrema pobreza de Venezuela, Colombia y Centroamérica, en su mayoría. Maria Luisa San Martín, trabajadora social, apunta que esas son las principales motivaciones y lamenta las circunstancias de este nuevo movimiento cuando muchos piden protección y en un 65% se les deniega: Profesionales con un trabajo cuyo sueldo da para poco allí y sus ahorros se esfuman rápido; “desinformados de su estatuto legal, con formación media-alta y con un proceso de gran crisis después de ver rotas las esperanzas”. Un buen número pide protección internacional, vienen con el permiso turístico pero en el plazo de un tiempo eso puede cambiar. Lo solicitan y se lo deniegan incluso cuando tienen trabajo y los hijos están escolarizados. “Es muy importante ofrecer una información jurídica de calidad. Lo principal es que justifiquen el tiempo transcurrido en España”. Un tiempo que en Bouchra está marcado a fuego en el corazón.
 

Noticia publicada en sjvalladolid

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