En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, desde Red Íncola quisimos acercarnos a las historias y vivencias de migración contadas desde las propias personas a través de las Bibliotecas Humanas, que realizamos el dia 22 de septiembre y un retiro de oración el 25 de septiembre.
Tendemos a ver la migración como cifras o políticas, pero no lo son. Son personas, con una historia de vida, normalmente muy dura y un contexto de origen en paises como Guinea, Colombia o Cuba. Esto es lo que se ha intentado visibilizar a través de la actividad de Bibliotecas Humanas. La plaza de la Universidad fue el escenario de estos libros tan especiales, a los que se acercaban los viandantes para escuchar, dialogar y romper prejuicios.
Hace año y medio, Lourdes vivía en el barrio de la Ventilla de Madrid. En marzo de 2020 se fue a pasar unos días a Valladolid y el confinamiento la retuvo allí. «Me dije, ya que me toca quedarme, me quedo del todo», cuenta con una sonrisa. Recogió sus cosas y dejó su barrio de toda la vida, pero siguió con lo que lleva haciendo durante diez años: acoger en su casa a gente, inmigrante en su mayoría, en estado de necesidad. «Yo era catequista. Ahora estoy jubilada y siempre me entraba la desazón cuando veía las imágenes terribles en los telediarios. Un día en casa con unos amigos, nos pusimos a discutir sobre el tema. Me dijeron: si tanto te gustan, mételos en tu casa. Y eso hice», confiesa alegre. Ahora cuida de Diana y su nieta, además de ayudar a otra familia en la casa de ecologia y acogida Ana Leal, en INEA.
Juana dejó Perú porque quería dar una educación a sus hijos «Al´li si quieres estudiarcuesta mucho dinero, pero mi trabajo no me daba para pagarlo. Decidí venirme a España con una hermana que ya había encontrado trabajo en Madrid como interna en una casa hace 14 años». Desde entonces no ha parado de buscar trabajo, aunque el empleo doméstico es muy duro «al ser una mujer migrante muchas veces no querian hacerme contrato«. Se emociona cuando recuerda que ella pensaba estar solo unos años, pero su hija tuvo un bebé con una discapacidad. «El poco dinero que ganaba lo enviaba para allá. Ahora ya han podido venir a Valladolid, y aunque están esperando tener el permiso de residencia, tenerlos a mi lado después de tantos años me da esperanza».
Las bibliotecas humanas nacieron en Copenhague en 1993 con el objetivo de compartir experiencias a través del contacto humano. A Valladolid llega a Red Íncola a través de las Buenas prácticas de Proclade Bética que han realizado varias ediciones de esta actividad en Sevilla, Córdoba y Granada.
«Ha sido una actividad muy potente. Cuando escuchabas una historia querías también ocupar la siguiente silla. Todas me han parecido fascinante y me he emocionado. Como ocurre con los libros no hay que juzgarles por la portada, ni a estas personas por su lugar de origen» decia Irene mientras pensaba a quien escuchar.
Esta linea, seguia el retiro de oración que se celebró el sábado en INEA. Un tiempo para reflexionar y rezar sobre las migraciones, en la que se aprovechó el entorno de los huertos ecológicos para crear un itineario a través de la historia de vida de Mandi: un senegalés que huyó del hambre, llegó a España en patera y ahora trabaja en INEA.
Detrás de cada persona hay una historia que ha marcado su vida y que la engrandece como ser humano. Sin duda estas actividades nos acercan, como dice el lema de la jornada mundial de este año “hacia un nosotros más grande”.