Cuando, estamos bien, tenemos todo lo que necesitamos, un espacio seguro, luz, calor, buenos alimentos, ordenadores, móviles, tablets, para comunicarnos o pasar los ratos de ocio, las personas podemos pensar sobre lo que sería bueno hacer, o cómo solucionar algunos problemas de la sociedad, o qué hacer para crear una cultura de la hospitalidad. Pero la autoridad se adquiere cuando escuchamos las distintas llamadas que Dios nos dirige cada día, y levantándonos, nos ponemos en camino, con miedo tantas veces como le ocurre a Jonás, y vamos a la “gran ciudad” a anunciar y vivir el mensaje de la misericordia de nuestro Dios.
¿Qué me hace levantar y ponerme en acción? ¿Cómo me siento ante la crisis o situaciones de vulnerabilidad que nos rodean?