La diversidad es nuestra mayor riqueza: encuentro de jóvenes migrantes
El fin de semana del 16 al 18 de mayo, Red Íncola acogió el Encuentro de jóvenes del SJM España, en el que participaron jóvenes de diferentes organizaciones de todo el territorio nacional en la Granja Escuela Las Cortas de Blas.
Se reunieron más de 30 jóvenes, personas técnicas y voluntarias de la red provenientes de Argelia, Chile, Colombia, Ecuador, España, Guinea Conakry, Marruecos, Senegal, Uruguay, Venezuela y Perú. ¿El objetivo? Crear un espacio lleno de entusiasmo y respeto mutuo, donde los/as jóvenes pudieran reflexionar juntas y juntos sobre cómo participan en sus entornos y compartir el valor y la riqueza de sus culturas.
El grupo de jóvenes de Red Íncola, como anfitriones del encuentro, preparó la ambientación del espacio y la bienvenida para recibir a jóvenes de distintas ciudades y entidades de la red SJM: Atalaya Intercultural (Burgos), Fundación Ellacuría (Bilbao), Migra Studium (Barcelona), Centro Lasa (Tudela), Pueblos Unidos (Madrid) y LoiolaEtxea (San Sebastián).
A medida que fueron llegando todos y todas, dimos inicio al encuentro con una dinámica para romper el hielo y comenzar a conocernos poco a poco. Cada entidad se presentó a través de su “maletas de participación”, que estaba cargada de objetos simbólicos que representaban quiénes son y cómo participan en las entidades y sus entornos. Desde un cubo de Rubik hasta instrumentos musicales, fotografías, banderas… Cada objeto traía consigo una historia, una emoción o un mensaje. Muchos de los/as jóvenes, cuando se presentaron, coincidieron al mencionar que no hay diferencias entre los unos y las otras, que habitamos el mismo mundo.
El grupo de Red Íncola, por ejemplo, presentó una figura de la tierra y explicó: “Todos venimos de un mismo lugar, el mundo nos pertenece a todos por igual. ¿Por qué fronteras? Sin fronteras, somos todos iguales”.
El sábado fue un día intenso y enriquecedor. Por la mañana, en pequeños grupos, recorrimos distintos rincones culturales para explorar dimensiones como la religión, la gastronomía, los valores sociales, las costumbres, el arte o el deporte. Compartimos expresiones culturales y descubrimos elementos interesantes de los demás, reconociendo tanto las diferencias como los puntos en común. De esta experiencia, creamos las tarjetas personalizadas del “Juego de las Culturas”, que por la tarde disputamos en un divertido torneo por equipos.
También visitamos la Granja Escuela con Pady, su responsable, quien nos enseñó su historia, los animales y todo el entorno. ¡Una experiencia muy cercana y especial!
Por la noche llegó el esperado Festival de las Culturas: un espacio para celebrar nuestras identidades y diversidad desde el respeto, la alegría y el encuentro. La interacción entre personas con diferentes orígenes culturales ha generado un espacio de aprendizaje mutuo, donde han destacado la empatía y la colaboración, a la vez que trabajaban las formas en las que participan en sus entidades y en la sociedad en general.
Algunos hitos de la noche fueron, por ejemplo, el espectacular show de Laura, de Red Íncola, quien nos hizo cantar y aplaudir al ritmo de su ukelele. Akram, de Centro Lasa, se animó a compartir con el grupo una de sus grandes pasiones: tocar flamenco con su guitarra. Por su parte, Malak, Kamal, Zineb y Mohamed, de Fundación Ellacuría, compartieron prendas tradicionales marroquíes como el caftán y la gandoura. Malak presentó también artículos de maquillaje de la tradición bereber, como por ejemplo el aker fassi o el kohl.
Además, Daniela nos enseñó los pasos básicos de la cumbia colombiana, que animó a muchos a ponerse de pie, y Thais y Daniel nos regalaron una coreografía al ritmo de un festejo afroperuano. Cerramos la noche luego de muchas risas, música, bailes, tradiciones, identidad y alegrías compartidas.
El domingo la aventura nos llevó al centro de Valladolid al Espacio Joven del Ayuntamiento, un lugar de encuentro para la juventud de la ciudad. A pocos pasos de allí, se encuentran las instalaciones de Red Íncola, que también visitamos. Allí, Elena, Carmen y María contaron todo sobre los programas de la fundación e hicimos un recorrido por el Espacio Interreligioso.
A continuación, realizamos la dinámica de cierre donde cada joven recibió algunas fotos para guardar de recuerdo y compartió una palabra que resumiera la experiencia. Surgieron palabras como “emocionante”, “aprendizaje”, “gratitud”… y también reflexiones profundas sobre lo que significa convivir y la posibilidad de ser uno mismo de manera auténtica, sin prejuicios, y cómo, aunque tenemos culturas diferentes, también siempre tenemos algo en común.
“El primer día, mi maleta estaba vacía. La fui rellenando con recuerdos y con todo lo que compartimos. Ahora me voy con la maleta llena”
Antes del despierto, compartimos un picnic en la playa de Valladolid. Terminamos con el corazón lleno de nuevas amistades, recuerdos y aprendizajes; y con la certeza de que celebrar y compartir la diversidad nos une y nos enriquece.
Una vez más, queda demostrada la capacidad de estos jóvenes fuertes y valientes para abrirse a nuevas perspectivas, demostrando que la diversidad no solo enriquece, sino que también fortalece nuestra sociedad.
Eventos como este son fundamentales para construir una sociedad más inclusiva y plural. Este encuentro no solo ha sido una celebración de la diversidad, sino también un recordatorio del valor que aporta cada cultura cuando se une en busca de objetivos comunes: respeto y convivencia.
Un fin de semana diferente, de esas experiencias que dejan huellas en quienes participan y siembran semillas para un futuro donde la interculturalidad sea la base del desarrollo social y humano.