La vida del vecino de la ventana de enfrente

Ya hace una semana desde que el gobierno declaró el estado de alarma por el coronavirus, y estamos obligados a encerrarnos en nuestras casas para protegernos y proteger a los demás, pero … ¿Qué significa el encerramiento para Fátima que está lejos de su país? ¿para las personas que están en una situación vulnerable como Valerie o Daniel? ¿y para las personas sin hogar como Nico que no tienen una casa donde encerrarse?

Las personas beneficiarias de los diferentes programas nos están enviando mensajes sobre el miedo que están pasando, el aislamiento, la desinformación sobre medidas, por la falta de dominio del castellano o por no poder acceder a internet.

Marian nos decía “No tengo miedo por la enfermedad, sino por otros motivos: quedarme sin empleo en la casa donde estoy trabajando, la falta de medidas de seguridad, no tengo mascarilla ni guantes. Además, no quiero que mis hijos se queden atrás, porque no tengo como ver lo que envían del colegio”. Ali nos contaba preocupado “tengo miedo de salir a la calle para ir a por alimentos, que me pare la policía y me lleve a comisaria por no tener el permiso de residencia”.  

En Red Íncola seguimos atendiendo a todas estas situaciones. Aunque tenemos las puertas cerradas estamos conectados con las personas que nos necesitan por teléfono, redes sociales, whatsapp… Hemos creado documentos traducidos,y seguimos con el reparto de alimentos (siempre con las medidas de prevención adecuadas). En estos momentos de crisis, no podemos dejar a nadie fuera. Ayer insistíamos a Antonio que tengan precaución y que no salgan a la calle. Les damos palabras de aliento y ellas nos responden también con mensajes solidarios de agradecimiento, que nos ayudan a seguir adelante. Tania sale cada tarde a la ventana para aplaudir “es la primera vez que hablo con la vecina de enfrente, nos hemos reido y deseado que todo vaya bien”.

Alina está en un piso de acogida de Red Íncola y están viviendo el encerramiento con dos pequeñas en casa “lo más duro es por ellas, no pueden disfrutar del parque, de paseos, y nosotros hacer nuestros recados diarios, pero estamos haciendo juegos, dibujos …que antes el tiempo no nos permitía. Aprender cosas nuevas y sentirnos más familia. Nos sentimos afortunados por tener a gente que nos llama y nos ayuda para no sentirnos solos en ningún momento

Konstantina, voluntaria europea con Red Íncola nos cuenta “si dijera que todo está bien, sería una mentira. Por supuesto que tengo miedo. Miedo por lo desconocido, a lo que tengo que hacer, a lo que está permitido , a las normas, a las llamadas de mi familia incapaz de ocultar la agonia. Temo por la salud de mi familia porque ellos también están en la misma situación que yo. Pero por lo menos ellos estan juntos y yo estoy sola. ¿no? Aunque realmente nunca estoy sola. Compañeros del trabajo, nuevos amigos, mi compañero de piso, todos me han apoyado como familia. Una familia diferente, no de sangre sino construida en mucho amor, alegría y momentos divertidos . A todas esas personas les debo un gran agradecimiento. Por preguntarme sobre mis sentimientos, por llamarme, por escribirme, por prestarme libros , por aconsejarme pelis , por tolerar mi locura”

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